lunes, 20 de agosto de 2012

Los intocables de Eliot Ness

Maravillosa película, estética y plásticamente es un placer para los sentidos, es una total puesta al día del cine del hampa, de los buenos incorruptibles y de los malos sin compasión, el cine dónde como en los westers tenemos a un héroe que tiene que luchar contra toda una ciudad corrupta, así planteado no tiene nada de novedoso recordándonos a muchas películas del hampa o a los seriales pulp fiction, pero el mérito de la cinta y lo que hace que perdure es su agilidad narrativa, una banda sonora maravillosa, un reparto de lujo y un director que es todo un estudioso en cuanto a cine se refiere.

Y no es nuevo que De Palma imite a grandes clásicos, pero lo hace de una manera elegante ya que siempre homenajea a los grandes pensadores de la historia del cine, como hoy en día hace Pixar con sus películas o Tarantino y aquí se supera en una historia de buenos y malos, de los incorruptibles contra los corruptos.

La película da lo que se espera de ella en todo momento, acción bien dosificada (y afortunadamente muy violenta), un poco de drama y una ambientación de primer orden en el que no se descuida ni un solo detalle, es lo que podíamos llamar cine comercial de calidad, un entretenimiento que con los años va adquiriendo el título de clásico gracias a la simpatía o antipatía que desprenden sus personajes ya que son o muy buenos o maléficamente malos (y es que parecen sacados de un cómic) y la acción es llevada al límite, pero al espectador eso le da igual, ya que se digiere este producto con tanta facilidad que pasa en un respiro contemplando escenas inolvidables como la del tiroteo de la escalera o Robert de Niro luciendo como Al Capone.

Sin duda se beneficia de una mítica banda sonora del gran Morricone y de una acertada dirección por parte de DePalma (recordar escenas tensísimas como aquella en la que un matón se mete en casa de Malone-Connery- o la memorable escena del carrito cayendo escaleras abajo).


“Los intocables” no tiene un gran guión, pero si buenas interpretaciones, y buena dirección.

La mejor interpretación de la película es la de Sean Connery, como guardia de origen escocés que vive en Norteamérica. Connery trae un elemento humano al personaje; el parece haber tenido una leyenda previa a su trabajo en “Los Intocables” y cuando esta en escena nos damos cuenta, brevemente, que durante los años 20´s vivían gentes, no caricaturas.

La Warner Brothers había ya rodado varias películas sobre Al Capone. Solo que se sacrifico autenticidad en pos de mas espectacularidad.

“Chicago años 30´s” y “Érase un vez en America” son buenas obras. Pero definitivamente no puedo olvidar la serie de tele visón que dio origen a esta película de Brian de Palma, en la cual vimos a un Sean Connery como un verdadero hombre “intocable”. 



TÍTULO ORIGINAL The Untouchables
AÑO 1987




DIRECTOR Brian De Palma
GUIÓN David Mamet
MÚSICA Ennio Morricone
FOTOGRAFÍA Stephen H. Burum
REPARTO Kevin Costner, Sean Connery, Robert De Niro, Andy García, Charles Martin Smith, Billy Drago, Patricia Clarkson, Brad Sullivan, Del Close, Michael Byrne, Richard Bradford, Clem Caserta
PRODUCTORA Paramount Pictures / Art Linson Production
PREMIOS 1987: Oscar: Mejor actor secundario (Sean Connery). 4 nominaciones


SINOPSIS Chicago, años 30. Época de la Ley Seca. El idealista agente federal Eliot Ness persigue implacablemente al gángster Al Capone. La falta de pruebas le impide acusarlo de asesinato, extorsión y comercio ilegal de alcohol, pero encontrará un medio para inculparlo por otra clase de delitos.
CRÍTICAS ----------------------------------------
"Popular película dirigida con maestría (...) Con un impecable estilo y ritmo visual (...) evocadora música de Ennio Morricone (...) Imprescindible." (Fernando Morales: Diario El País)
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Contra el imperio del crimen

Reivindicable obra de cine negro a cargo del siempre competente William Keighley y protagonizada por el nunca suficientemente alabado James Cagney, un grande de entre los grandes. Su mera presencia ya llena la pantalla mucho más que cualquier gran puesta en escena o cualquier labor de dirección, por muy virtuosa que ésta sea. Pero en este caso en concreto, a la poderosa interpretación de Cagney hay que sumarle una historia atractiva, unos personajes bien definidos y ricos en matices y un montaje absolutamente trepidante con unas escenas de acción verdaderamente arrolladores que, por su enorme poderío visual, harán las delicias del personal sin demasiado dificultad.

Esta obra de cine negro posee las suficientes virtudes como para sobresalir de entre el resto de sus coetáneas por méritos propios. El aspecto que más me ha llamado la atención es la dureza y violencia de las escenas de acción. Hay pocas a lo largo del metraje, y son cortas, pero poseen una intensidad realmente avasalladora. Repasando detalles como éstos (y muchos otros), no puedo evitar pensar que el cine de acción actual ha perdido completamente el norte en todos los sentidos posibles. Ya no tenemos ni grandes escenas de acción, ni personajes carismáticos, ni historia atractivas, ni tan siquiera diálogos decentes...

El montaje es otro de los puntos sobre los que habría que detenerse para dar un par de apuntes. Sorprende lo trepidante del mismo para un filme tan aparentemente convencional como éste. Los acontecimientos se suceden a una velocidad casi vertiginosa, y el acentuadísimo ritmo que imprime el montaje se traduce en que en tan sólo poco más de una hora y veinte minutos de metraje nos da tiempo a presentar a un buen número de personajes y conflictos, a visitar varias ciudades norteamericanas (con sus bajos fondos incluidos), a contemplar la evolución del FBI en materia legislativa, a disfrutar con los métodos de los CSI de la época (idénticos a los actuales) y, por si no fuera suficiente, a contemplar la genial interpretación de James Cagney. Muy destacable el uso de los titulares de periódicos para contextualizar los acontecimientos que van teniendo lugar a lo largo de la historia y su repercusión dentro de la sociedad estadounidense.

"Contra el imperio del crimen" es un filme que disfrutarán (y mucho) todos aquellos seguidores del cine negro. No debiéramos pasar por alto que varios pesos pesados del género como son James Cagney y el director, Keighley, participan en el filme. Gracias a un gran guión, a unas sólidas interpretaciones y a un empleo del montaje cinematográfico fuera de lo común, esta recreación del trabajo de los "hombres G" es un ejercicio superlativo del cine de gánsteres que cuenta en su haber con unas de las escenas de acción más inspiradas que un servidor haya podido ver un filme de corte clásico como éste.

TÍTULO ORIGINAL 'G' Men
AÑO 1935




DIRECTOR William Keighley
GUIÓN Seton I. Miller (Novela: Darryl F. Zanuck)
MÚSICA Sammy Fain, Leo F. Forbstein, M.K. Jerome, Bernhard Kaun, Harry Warren
FOTOGRAFÍA Sol Polito (B&W)
REPARTO James Cagney, Margaret Lindsay, Ann Dvorak, Robert Armstrong, Barton MacLane, Lloyd Nolan, William Harrigan, Russell Hopton, Edward Pawley, Noel Madison, Monte Blue, Regis Toomey, Addison Richards, Harold Huber, Raymond Hatton
PRODUCTORA Warner Bros. Pictures / First National Pictures
PREMIOS 1935: Nominada al Oscar: Mejor historia


SINOPSIS Un abogado abandona su profesión para convertirse en agente del gobierno con la intención de descubrir al asesino de su mejor amigo. Las primeras investigaciones le conducen hasta un gángster que fue compañero suyo de la infancia. Mientras resuelve el caso, en escena aparece la hija de su jefe, de la que se enamora locamente.

sábado, 18 de agosto de 2012

Noche en la ciudad





Basada en la novela de Gerald Kersh, fue dirigida por Jules Dassin antes de ser sancionado por el ominoso Comité de Actividades Antiamericanas. Se rodó en London Film Studios, de Shapperton (RU) y en las calles de Londres.




La acción tiene lugar en los años posteriores a la II GM (1948/49). Narra la historia de un vividor nortreamericano, Harry Fabian (Richard Widmark), que lleva años en Londres (desde 1931). Trabaja a comisión como captador de clientes para un club nocturno, el Silver Fox Club, donde actúa como cantante su novia, Mary Bristol (Gene Tierney). Ambiciona encontrar la oportunidad de ganar mucho dinero y convertirse en persona influyente en el submundo de la noche londinense. Cuando cree haberla encontrado y trata de realizarla, los capos que dominan el imperio delictivo de la ciudad deciden eliminarle. La película, uno de los mejores films de Jules Dassin, aporta varias líneas de reflexión. En primer lugar, Fabian se mueve en busca de un golpe de fortuna impulsado por un deseo compulsivo de riqueza y poder. No actúa racionalmente, no tiene una estrategia, no dispone de recursos suficientes, sus aptitudes personales son limitadas. Las ambiciones le roen el alma y le mueve una fuerza irracional que no domina ni controla. Atrapado entre la ambición y la acción compulsiva, Harry se ve en la necesidad de embaucar, engañar, mentir, traicionar y agraviar, en una espiral que alcanza a todas sus amistades, incluída su novia Mary. El fracaso de su último, desesperado y torpe intento de ganar mucho dinero, le lleva a una huída desesperada, angustiosa, interminable y sobrehumana. Son éstas las secuencias más intensas y más emotivas de la obra. Pocas veces el cine ha captado mejor la persecución de un hombre vista desde la perspectiva de éste, sumido en el agotamiento, la soledad, el pánico, el terror y la desesperación.




La música, de Franz Waxman, aporta la emoción de una música orquestal con predominio del metal y el viento, que estremece con estrofas atonales y armonías distorsionadas, de gran efectividad. La fotografía utiliza encuadres similares a los de Welles. La cámara usa ángulos torturados, sombras inmensas, un claroscuro muy brillante y un dibujo neoexpresionista de gran belleza visual. El guión define muy bien la figura del protagonista y la de los personajes que pueblan su entorno. Mary es la única que encarna la bondad en un mundo de malvados. La interpretación de Widmark es una de las más sobresalientes de su carrera. Se acompañan excelentes vistas de Trafalgar Square, Picadilly Circus, etc. El director vuelca en la película el desconcierto, el aturdimiento y el dolor que invaden su espíritu por la obligada marcha de EEUU y las oscuras perspectivas del proceso político que se sigue contra él en la detestable "Caza de brujas".




Obra clásica del cine negro. Incluye una de las mejores y más trágicas secuencias de persecución de un hombre. Cine de la mejor calidad, hecho para degustar con parsimonia y deleite.




Si quieren ver qué es dirigir, vean esta película. Sin ser un gran guión quizás, sin ser una cinta auténticamente definitiva, la peli se aleja de tópicos y constituye un ejemplo extraordinario del trabajo de un artesano de primera línea, capaz de contar y expresar a través de la puesta en escena. Los personajes de esta película se configuran y definen a través de la imagen; sus miedos, anhelos y recelos. Sus planes y ardides constantes.

Widmark es un espabilado, un granuja, un buscón de cine negro. Un tipo con el destino tatuado en la frente, que se intuye condenado desde la primera escena. La película retrata su caída libre y su desesperado pataleo, fruto de una ambición desmedida que alimenta sus actos.




Con cintas así, con un dominio tan preciso e imaginativo de los resortes cinematográficos, la historia más o menos trillada, las soluciones más o menos tópicas o lo cansado que estés de ver cine negro pasa a un segundo plano. Sólo queda Dassin y su magnífica manera de dirigir. Su forma redonda de configurar una narrativa que arrastra al espectador, mediante planos perfectos, al mismo precipicio al que se lanza el protagonista a tumba abierta. De verdad, no se queden con la historia, no se queden con el entretenimiento. Busquen en cada plano el aliento de un escultor de imágenes, alguien que modela planos, no sólo los graba para mayor gloria de un guión. La imagen revela tanto o más que las palabras, nos sensibiliza y nos hace vulnerables ante el destino del protagonista.




Típica muestra de cine negro (quizás sin los elementos negros más clásicos, pero sí con un frenético tono de engaño constante y cinismo típico del film noir), cine urbanita y crispado. Claroscuro en blanco y negro, como debe ser. Primeros planos de frentes sudorosas y cejas arqueadas y pesimistas como el tono de la cinta. Caos, furia y ambición. Sospechas palpitando en los callejones y alcantarillas…


TÍTULO ORIGINAL Night and the City
AÑO 1950




DIRECTOR Jules Dassin
GUIÓN Jo Eisinger (Novela: Gerald Kersh)
MÚSICA Benjamin Frankel
FOTOGRAFÍA Max Greene (B&W)
REPARTO Richard Widmark, Gene Tierney, Googie Withers, Hugh Marlowe, Francis L. Sullivan, Herbert Lom, Stanislaus Zbyszko, Mike Mazurki, Charles Farrell, Ada Reeve, Ken Richmond
PRODUCTORA 20th Century Fox


SINOPSIS Harry Fabian trabaja a comisión como gancho de un club, pero es ambicioso y sueña con hacerse independiente. Para conseguirlo no dudará en embaucar al campeón del mundo de lucha greco-romana para que se enfrente a su hijo Kristo, que controla la lucha en Londres.
CRÍTICAS ----------------------------------------
Jules Dassin se fue de Hollywood tras la "caza de brujas" en 1949. "Night and the City" es su primera película inglesa tras su marcha de Norteamérica. Tiene 2 versiones; la americana tuvo diferente música -de Franz Waxman- y diferente edición. 
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"Una de las mejores películas de Dassin" (Augusto M. Torres: Diario El País)
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lunes, 13 de agosto de 2012

Extraños en un tren

Coleccionista de virtudes en lo principal, Hitchcock no pudo evitar un pequeño defecto en lo secundario. Y ni aún así se le puede echar en cara, en tanto que provenía del exterior. Concretamente, del sistema de Hollywood.

Este defecto no es otro que el cliché moral.



El maestro ya lo había padecido en dos películas anteriores a ésta. Los efectos de este incómodo invitado suelen convertir al film en previsible, pero aquéllos son más graves cuando afectan al valor dramático y la profundidad semántica de la película.




“Extraños en un tren”, con su potente imaginación visual y un primer tercio brillante, no pudo evitar su molesta incidencia. Guy, en la novela original, es efectivamente culpable: sucumbe a la presión y comete el asesinato. Toda la carga semántica y tensional del libro se basaba en este hecho: cualquier hombre es un asesino potencial, el dilema moral del egoísmo contra los principios, la circustancia arrebatadora de la máscara. Lo que el prota se encuentra en el tren son sus monstruos llamando a la puerta.

Guy, en la película, no sólo no es un asesino, sino que es un héroe: acude en ayuda del padre de Bruno. El tormento interior se cambia por simple sufrimiento debido a la presión externa, al no permitir que Granger fuese un criminal. En el film, Guy es un santiño y esto reduce ligeramente el interés. Es curioso comprobar cómo incluso la calidad de las escenas es mayor en la parte fiel a la novela: no hay más que comparar la escena inicial o la memorable persecución por el parque con la escena final o la del partido de tenis.
 
Magnífica cinta de Alfred Hitchcock, sin llegar al nivel de obra maestra como otras de sus muchas películas. “Extraños en un tren” adaptación de una novela de Patricia Highsmith, está basada en la idea de un crimen sin móviles, sencillamente un crimen perfecto: dos desconocidos acuerdan asesinar cada uno al enemigo del otro y así proporcionarse una coartada infalible.



Guy (Farley Granger) tenista famoso, coincide en un viaje en tren con Bruno (Robert Walker, el cual realiza una actuación portentosa) alcohólico, con problemas edípicos, narcisista y homosexual latente, éste último conoce al dedillo la vida del tenista por las revistas, sabiendo así que desea divorciarse de su mujer infiel y poder casarse con la hija de un senador, para lo que le propone un plan a simple vista perfecto: intercambiar los papeles. Bruno liquidará a la mujer de Guy, y éste hará lo mismo con el padre de Bruno, al que odia, y poder quedarse con la herencia. Y aunque Guy rechaza tan absurdo plan e intenta olvidarlo, Bruno realiza su parte con verdadera sangre fría, y le reclama al horrorizado Guy que cumpla con el suyo.

Hitchcock, maestro del suspense, aquí lo es más por la técnica narrativa. En esta cinta el maestro Hitchcock vuelve a uno de sus temas preferidos: el hombre inocente acusado de un crimen que no ha cometido y el ciudadano aparentemente modélico tras el que se esconde un asesino. La originalidad de la película reside en que el inocente no es perseguido por la policía, sino por el verdadero asesino. El maestro nos recuerda que cualquier cosa de la vida cotidiana puede causarte graves problemas o incluso la muerte: Una ducha, una canción, un pájaro o, en este caso, un desconocido que se sienta a tu lado en un tren.

El ritmo del film no es siempre constante, y se nota mucho más cuando no tenemos en escena a Robert Walker, verdadero artífice de todas las escenas míticas de la película, que las hay. En resumen un film que se deja ver muy gratamente y del que debemos hacer notar la excelente fotografía de Robert Burks.


TÍTULO ORIGINAL Strangers on a Train
AÑO 1951




DIRECTOR Alfred Hitchcock
GUIÓN Raymond Chandler & Czenzi Ormonde (Novela: Patricia Highsmith)
MÚSICA Dimitri Tiomkin
FOTOGRAFÍA Robert Burks (B&W)
REPARTO Farley Granger, Ruth Roman, Robert Walker, Leo G. Carroll, Patricia Hitchcock, Howard St. John, Laura Elliott, Marion Lorne
PRODUCTORA Warner Bros
PREMIOS 1951: Nominada al Oscar: Mejor fotografía (Blanco & Negro)


SINOPSIS Inspirada en la novela homónima de Patricia Higsmith. Durante un viaje en tren, Guy, un joven campeón de tenis (Farley Granger), es abordado por Bruno (Walker), un joven que conoce su vida y milagros a través de la prensa y que, inesperadamente, le propone un doble asesinato, pero intercambiando las víctimas con el fin de garantizarse recíprocamente la impunidad. Así podrían resolver sus respectivos problemas: él suprimiría a la mujer de Guy (que no quiere concederle el divorcio) y, a cambio, Guy debería asesinar al padre de Bruno para que éste pudiera heredar una gran fortuna y vivir a su aire.

martes, 24 de julio de 2012

Dana Andrews

Dana Andrews en Laura

Carver Dana Andrews nació en una granja de Collins (Condado de Covington, Misisipi, EE. UU.). Era el tercero de los trece hijos que tuvo el reverendo baptista Charles Forrest Andrews y su mujer Annis. La familia se trasladó a Huntsville (Texas). Allí el joven Carver acabaría sus estudios y estudiaría administración en Houston, trabajando durante una temporada en la empresa Gulf & Western.

En 1931, Dana viaja a Los Ángeles, California para buscar oportunidades como cantante. Trabajó en diferentes trabajos para sobrevivir como dependiente en una gasolinera en Van Nuys a la espera de una oportunidad. ésta le llegó gracias a uno de sus clientes que le pagó las clases de ópera y del Pasadena Playhouse, una prestigiosa escuela de arte dramático. En 1940, Andrews firma un contrato con Samuel Goldwyn y nos llega su impresionante debut en la película de William Wyler El forastero protagonizada por Gary Cooper y Walter Huston.

En estos primeros años, Andrews intervino en algunas de las películas consideradas referentes del cine norteamericano de los años cuarenta. Así, el nombre de Andrews es habitual en Bola de fuego (1941) de Howard Hawks, encantadora actualización del cuento infantil "Blancanieves y los siete enanitos" junto a Gary Cooper y Barbara Stanwyck; Aguas pantanosas (1941) de Jean Renoir con Anne Baxter, La ruta del tabaco (1941) de John Ford junto a Gary Cooper y Gene Tierney o el maravilloso western El incidente Ox-Bow (1943) de William A. Wellman.

Pero sin duda, sería su intervención en la película Laura (1944) de Otto Preminger la que le catapultó hacia la fama. Un estrellato que se confirmaría en 1946 con su papel de Fred Derry en la tan memorable como oscarizada Los mejores años de nuestra vida de William Wyler.

Durante la guerra participó en algunos de los clásicos del género bélico ("The purple heart", "Alas y una plegaria" o "A walk in the sun"), buenos westerns y aventuras ("Tierra generosa", "Aguas profundas"), comedias con estilo ("La feria del Estado") o melodramas con toques de cine negro ("Ángel o diablo", "Daisy Kenyon", "El justiciero"), pasando luego al thriller con la guerra fría como tema de fondo ("El telón de acero")

En los años cincuenta, comenzaría con la excelente Al borde del peligro (1950), una intriga criminal dirigida por Otto Preminger. Pero el alcoholismo y la mala elección de los papeles hicieron que su carrera cayera en picado. De hecho, los problemas de alcohol de Andrews casi le cuestan la vida en dos accidentes de coche.
Con esta serie de escándalos, Andrews se vio forzado a realizar papeles secundarios en películas de serie B. De todas maneras, aún haría películas de indudable valor como Tres horas para vivir (1954, Alfred Werker), junto a Donna Reed; La senda de los elefantes (1954, William Dieterle) con Elizabeth Taylor; La pelirroja indómita (1955, Mervyn LeRoy), actuando con Greer Garson; Mientras Nueva York duerme (1956) de Fritz Lang, con Vincent Price y Rhonda Fleming, Más allá de la duda (1956, de Fritz Lang, junto a la inolvidable Joan Fontaine) o La noche del demonio (1958), una correcta película de terror del maestro Jacques Tourneur.

Durante los años sesenta, Andrews continuaría trabajando sin cesar en trabajos para televisión y películas cinematográficas de escasa categoría, aunque como secundario pudo acceder a superproducciones bélicas como estrella invitada: "Primera victoria" (1965) junto a Kirk Douglas y John Wayne; "La batalla de las ardenas" (1965), con Henry Fonda; o "La brigada del diablo" (1968) con William Holden y Cliff Robertson. De esta última etapa profesional destaca en su papel de presidente de colegio Tom Boswell en la serie de la NBC Bright Promise (1968-72).

En 1972, después de superar los problemas de adicción al alcohol, se convirtió en uno de los intérpretes cinematográficos más activos en el afán de convencer a la juventud de que se apartara del consumo excesivo de bebidas alcohólicas y fue uno de los primeros personajes famosos que hacía público su ingreso en la organización de los Alcohólicos Anónimos. Apareció, por último, en "De oriente a occidente para matar" junto a Stanley Baker y Geraldine Chaplin, "El último magnate" (1976) de Elia Kazan, y "Los valientes visten de negro" (1978) junto a Chuck Norris.

En lo que respecta a su vida privada, Dana Andrews se casó en dos ocasiones, la primera en 1932 con Janet Murray, de la que enviudó en 1935 y por último con la actriz Mary Todd en 1939, a la que dejó viuda en 1992.

En los últimos años de la vida de Andrews, se le diagnosticó la enfermedad del Alzheimer y en 1992 falleció a causa de una neumonía.

Filmografía

Treinta y nueve escalones (39 escalones)

Largo nº 19 de Hitchcock. Escrito por Charles Bennett, Ian Hay y Alma Reville (esposa de Hitchcock), se basa en la novela "The Thirty-nine Steps" (1915), de John Buchan. Se rueda, en B/N, en exteriores de Escocia y en los Lime Grove Studios (Londres). Producido por Michael Balcon (no acreditado), se estrena en junio de 1935 (Londres).



La acción tiene lugar a lo largo de varios días en Londres y Escocia, en 1934/35. Richard Hannay (Robert Donat) es un joven canadiense recién llegado a Londres, que se ve envuelto por sorpresa en la muerte de una joven agente secreta británica, Annabella Smith (Lucie Mannheim). Detenido por la policía, conoce a Pamela (Madeleine Carroll).



El film suma un thriller de intriga, suspense y misterio, una historia de aventuras y acción y una comedia romántica y de humor. Tras 10 años de gran actividad y con la experiencia de 18 películas, Hitchcock da forma a una obra madura, trepidante y equilibrada, con la que obtiene un gran éxito de público y de crítica. La acción se desarrolla a un ritmo rápido, que no da respiro al espectador, cuya atención se mantiene interesada de modo ininterrumpido. La acción se combina con una acertada construcción de personajes y con unos diálogos ingeniosos. El suspense acompaña el largo viaje de los protagonistas, lleno de amenazas, sorpresas y sobresaltos, a expensas de una persecución múltiple. La cinta está salpicada de chispas de erotismo. En la obra aparecen figuras tan gratas a Hitchcock como el falso culpable, la mujer independiente, agraciada, rubia, desenvuelta y frágil, y los enemigos interiores. No falta el recurso al humor como factor de descompresión de la tensión dramática. El realizador muestra, además, su afición por los trenes, las escaleras, el azar, el desdoblaminto de personajes (perseguidores perseguidos) y la rareza de las novedades tecnológicas (helicóptero). Son escenas memorables la del espectáculo inicial en el Music Hall, la noche en el hotel, la intervención en un mitín local y la parodia del matrimonio (Richard y Pam sujetos el uno al otro por unas esposas). De la obra se han hecho dos "remakes": Ralph Thomas (1959) y Don Sharp (1978).



La música, de Herbert Bath, Jack Beaver, Charles Williams y Louis Levy, se apoya en una partitura densa, colorista y descriptiva, de la que sobresalen los cortes "39 escalones", "Highland Hotel", "Mr. Memory" y "Final". Se añade la composición "Tinkle, Tinkle, Tinkle" (Harry Woods), que interpreta la orquesta del Music Hall. La fotograía, de Bernard Knowles ("Sabotaje", 1956), ofrece expresivos primeros planos, encuadres inquietantes, espléndidas imágenes del paisaje escocés y algunos trucajesc.) (cámara rápida). Da testimonio de la potente visualidad del realizador (cuchillo del pan, niebla, etc.)


TÍTULO ORIGINAL The 39 Steps (The Thirty-nine Steps)
AÑO 1935




DIRECTOR Alfred Hitchcock
GUIÓN Charles Bennett, Ian Hay, Alma Reville (Novela: John Buchan)
MÚSICA Hubert Bath, Jack Beaver, Charles Williams
FOTOGRAFÍA Bernard Knowles (B&W)
REPARTO Robert Donat, Madeleine Carroll, Lucie Mannheim, Godfrey Tearle, Peggy Ashcroft, John Laurie, Helen Haye, Wylie Watson
PRODUCTORA Gaumont British


SINOPSIS Richard Hannay está en un music-hall londinense. De repente, suena un disparo y comienza una pelea. En medio del tumulto, una chica asustada le pregunta si puede ir con él. Richard accede y la lleva a su apartamento.
CRÍTICAS ----------------------------------------
"Sólido e inteligente ejercicio de suspense que el cineasta creó como cima de la etapa británica de su carrera, una película viva y apasionante" (Miguel Ángel Palomo: Diario El País)
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